Mientras ellos estaban ahí, curiosamente, mi madre no estaba en ningún lado.
Cuando terminó la función vi a los títeres desinflados sobre la mesa del comedor, a la que yo apenas llegaba.
Me trepé a un silla, y logré alcanzarlos, e intentaba ponerlos de pie esperando que se movieran solos y no había caso.
miércoles, 28 de abril de 2010
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